sábado, 11 de julio de 2009

El hijo de Rosita la Soltera

'El me enseñò a pintarme los labios,y los ojos,miràndome en el espejo ,como lo hacìa él.Ponìamos discos de Marifé y la Guillot ,mientras los pastelitos de leche frita se enfriaban en un mar de azùcar,en la cocina,junto a un bucarito de agua fresca.
Su madre ,Rosita,dormìa la siesta los dìas de tanto calor,y nosotros pasàbamos la tarde maquillàndonos y desmaquillàndonos,como dos mujerucas de la calle.
Yo tenìa ocho años y él era ya mayor.Maribel , me decìa que era su verdadero nombre,y no Antonio,como lo solìa llamar su madre,las vecinas,la gente del barrio y mi madre.
Hoy he vuelto a recordar aquellas tardes de dulces y carmìn .He vuelto a recordar a Rosita y a su hijo,muy mayores,cogidos del brazo,cuando la edad se confundiò en sus cuerpos,y ya no eran ni madre ni hijo,sino dos confidentes de su propio pasado,que esperaban un mismo futuro.

3 comentarios:

  1. profundo carmesí, de niño maribel, y en el futuro un hombre que llamarán "flor de otoño".

    un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. El final me ha conmovido -también el principio-. Pasa muchas veces que hijos y madres, hijas y madres, llega un momento que son indistintos, dos personas viejas ya casi fuera del tiempo.

    Pero tú lo cuentas endiabladamente bien, con tan poquitas palabras.

    ResponderEliminar
  3. Deliciosas criaturas perfumadas...

    ResponderEliminar