He notado con cierto estupor que no pierdo la paciencia con los pacientes que me gustan fìsicamente.Y eso va en contra de las normas esenciales de un buen enfermero,entre otras cosas porque si no pierdo la paciencia con ellos,terminaré atendiendo sòlo a aquéllos que me gustan,y abandonaré a su suerte a los que no sean mi tipo,no me gusten o sean mujeres pesadìsimas y quejicas,y eso es discriminaciòn y no puedo tolerarlo.
Creo que me he dejado invadir por ese virus que yo llamo el sìndrome de don Hilariòn,que pensaba que sòlo afectaba a heterosexuales babosos y tocones,que se deshacìan delante de una chica estupenda y que siempre me ha parecido de una vulgaridad y de un machismo extremo.
Tomaré medidas inmediatamente para que no vuelva a pasar.